domingo, 10 de enero de 2016

Entrevista en Diario Vasco

Guardianes de una vida en extinción

Una hornada de nuevos baserritarras explica los retos y dificultades a los que se enfrenta el sector

[...] Ser nuevo a veces no es fácil. «Parece que si no lo has vivido y no has estado toda la vida con ello te ven como alguien que está jugando a algo que le queda grande. Tienes que demostrar que no es así y que es tu forma de vida». Lorea Momeñe es una basauritarra de 36 años que cuenta con una explotación con cerca de 140 cerdos criados en libertad en Orozko, en Bizkaia. «De lo que monté a lo que es ahora ha cambiado mucho y he ido parcheando», asegura al repasar estos tres años en los que ha realizado infinidad de cursos para formarse y reciclarse.
Estudió Turismo y «por amor» se mudó a Orozko. «Cuando llegó la hora de ponerme a trabajar decidí quedarme en casa criando a mis hijas, pero sabía que después tendría que salir al mundo laboral». Llegado ese momento, entre las opciones que barajó pesaba mucho la conciliación familiar. «Mis vecinos son todos ganaderos. Teníamos terrenos, queríamos darles una salida y se nos ocurrió que esta podría ser una buena solución». Vieron que el animal que mejor se adaptaba era el cerdo y se pusieron manos a la obra. La mayoría los vende a la asociación Basatxerri y «una pequeña parte» para elaborar sus chorizos.

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