Negocio conciliador
Una joven basauritarra, residente desde hace quince años en Orozko, se dedica a la cría de cerdos. De esta forma, compagina su trabajo en el caserío con el cuidado de su familia
LEIRE LARRAZABAL/BILBAO
De la urbe al campo. De vivir en
Basauri a Orozko. La vida da muchos
giros y es lo que le ha ocurrido
a Lorea Momeñe, que ha pasado
del mundanal ruido a la tranquilidad
del entorno natural. A sus
36 años relata cómo ha cambiado
su vida. «Hace quince años que me
trasladé a vivir a Orozko. He estudiado
Turismo, pero mi prioridad
era formar una familia y volcarme
en ella. Si me ponía a trabajar fuera,
veía inviable ver crecer a mis
hijas, por lo que me quedé en casa»,
indica. A través de las ventanas de
su domicilio avistaba campas y
montes, y su imaginación empezaba
a trabajar. ¿Y si monto un negocio
aquí mismo? Dicho y hecho.
Momeñe creó hace cuatro años una
explotación de cerdos. De esta forma
tiene su puesto de trabajo y puede
cuidar de sus hijas, una conciliación
laboral-familiar real. Cuenta
todos los meses con su sueldo y
«tengo tiempo para acompañar a
mis hijas al autobús para que vayan
a clase y cuando regresan,
les espero». Todo un lujo.
Eso sí, ello no quita que Momeñe no trabaje duro y concienzudamente
para sacar adelante su
negocio, pero tampoco se olvida
de toda la gente que le echa un
clave. «Mi marido, sobre todo,
pero toda la familia, en general,
arrima el hombro. La autónoma
soy yo, pero sin el apoyo del resto
esto sería inviable», cuenta. La
joven baserritarra cuida unos 120
cerdos en invierno y en verano el
número de puercos se eleva hasta
los 150. Los lechones, nacidos
en Álava y Navarra, llegan con
dos meses hasta Orozko, y al cuidado
de Momeñe estarán entre
cinco o seis meses, «que es cuando
cada animal habrá cogido entre
150 y 160 kilos y estará listo
para su sacrificio».
FUERTES Y JUGUETONES
Lorea habla con dulzura y mucho
respeto de sus cerdos. «El palo es
para sujetarme si me resbalo,
no son nada agresivos, y eso que
tienen una fuerza descomunal. Se
trata de un animal muy juguetón,
dócil», explica. Se mueve sin ningún
tipo de problema entre los gorrinos,
que se le acercan muy curiosos
cada vez que se adentra en
su zona. Y es que los cerdos de
Lorea Momeñe viven a cuerpo de
rey y disponen de 6 hectáreas entre
campa y monte para disfrutar
a sus anchas. Para resguardarse
del agua y del frío, cuentan con
chabolas de madera móviles, y
cuando se hartan del cobijo, pueden
pasear y pastar. «Las tolvas
de la comida siempre están llenas
con pienso no transgénico, pero
al cerdo le gusta mucho comer
hierba, unas puntitas de zarza,
bellotas...», señala la ganadera.
En definitiva, unos cerdos alimentados
de forma natural y criados
en libertad.
Momeñe pertenece a la Asociación
Txerrizaleok, que reúne a los
ganaderos que crían cerdos al aire
libre en los montes vascos. Una
vez que las reses terminan en el
matadero, la carne se la vende a
la comercial Basatxerri, aunque
también Momeñe, desde hace un
año, se dedica a la elaboración de
chorizos, y no le va nada mal. Sin
ir más lejos, en la feria de San Antontxu
de Mungia, celebrada el
pasado 18 de enero, obtuvo el primer
premio del Campeonato de
Chorizo de Euskadi, gracias a sus
Urigoitiko Txorizoak. Tiene clientela
que va a su casa a comprar
los chorizos, y también compradores
que le buscan en las ferias.
«Es un honor», reconoce.
UN MES SIN ANIMALES
En ocasiones, el trabajo del baserritarra
no entiende ni de horarios
ni de asueto, si bien Mome-
ñe no se queja. Aprovecha el mes
de vacío sanitario, el tiempo que
su granja está sin animales, para
disfrutar de unas merecidas vacaciones,
que suelen estar intercaladas
con las reparaciones necesarias.
«El cerdo tiene mucha
fuerza física y para alcanzar a
hierbas que están más alejadas,
por ejemplo, fuerzan la alambrada,
Son esos pequeños arreglos
los que realizo en ese periodo»,
detalla.
Con sus pros y contras, Momeñe
se siente feliz, en líneas generales,
con el puesto de trabajo
que ha conseguido. Y sus hijas,
de 6 y 9 años, están orgullosísimas
de su ama y no pierden ocasión
para traer a sus amiguitos a
degustar los riquísimos chorizos
que se elabora en casa. Porque
para paladear un buen chorizo
no hay época mala. Da lo mismo
verano que invierno. En el cocido,
frito o crudo es un manjar
delicioso. Urigoitiko Txorizoak
triunfan y Lorea Momeñe invita
a degustarlos. On egin!!
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